LA ODISEA DE UNA ARDILLA QUE CONOCIÓ LA GRATITUD

Mina era una hermosa y joven ardilla que vivía con su madre en un bosque situado dentro de un gran parque natural, el cual era visitado de forma recurrente por los humanos.

A medida que Mina crecía, su madre observaba que se apagaba su alegría y fuerza de vivir, porque se estaba olvidando de valorar su importancia de ser una ardilla para el mundo.

Una mañana Mina despertó con su ya usual aburrimiento y sin sentido de la vida, entonces fue cuando su madre ardilla le encomendó una importante misión. – Mina! ven pronto a desayunar, quiero que salgas muy temprano para que busques y traigas a casa algo o a alguien de mucho valor.

Mina respondió: – ¿De mucho valor? ¿Quieres que vaya a buscar algún dinero, joya o tesoro en casa de alguien? – No Mina, nada de eso, se trata en realidad de algo mucho más valioso. Quiero que en este día busques a LA GRATITUD y la traigas a casa.

-Madre no comprendo a que te refieres, por favor explícamelo mejor. – Mina, no importa que no lo comprendas ahora y no sepas a que se refiere eso de la gratitud, simplemente ve afuera, recorre el bosque, vive lo que tengas que vivir en este día, y tan sólo ten presente esa misión, ya verás como la encontrarás en algún momento, cree y siente que así será, porque a lo mejor tendrás éxito, y volverás de la mano con la gratitud.

Mina sin aún comprender, pensó: bueno, no tengo nada mejor que hacer, así que me dedicaré a realizar esa misión para mamá. Fue así como salió muy temprano, dispuesta a encontrar a la misteriosa gratitud.

Lo primero que pensó fue en dónde podría vivir o trabajar la gratitud, o quién le podría dar alguna referencia para ubicarla. Sin tener una respuesta, decidió subir al primer árbol que vio y empezó a saltar de rama en rama, permitiendo que su instinto y corazón la guiaran hacia la dirección correcta.

Después de haber recorrido un par de árboles por el bosque, ante la sensación de cansancio, se detuvo un momento en un tronquito de un árbol para descansar. De repente, se sintió maravillada, al ver un espectacular amanecer azul naranja y presenciar la salida de un hermoso sol. Mina tan solo lo contempló, y sonrió por ese momento gratamente inesperado. Luego, continuó su camino.

Tras haber transcurrido gran parte del día, Mina se sintió hambrienta, y como no llevaba ningún alimento con ella, optó por tumbarse y echarse una siestita para evitar sentir más hambre. Sin embargo, después de llevar poco tiempo dormida, despertó sobresaltada al escuchar muchas voces humanas. Cuando se despertó por completo, había varios turistas del parque natural a su alrededor, quienes la observaban con encanto y admiración, y no paraban de tomarle fotografías. Mina a la vez oía frases como: ¡pero que ardillita más hermosa y espectacular…amor tómale una foto a esta tierna ardillita!…Mina solo pensó: ¿Pero por qué se sorprenden tanto al ver una simple ardilla como yo?.

Cuando Mina se encontraba de nuevo sola, descubrió un gran banquete de comida a su lado, pues los turistas además de haberla admirado y fotografiado, le dejaron montones de frutos secos de distintas clases y sabores. Mina se deleitó con su tesoro gastronómico, sintiéndose tan contenta y satisfecha que hasta reflexionó: Bueno, esto de ser ardilla tiene sus ventajas.

Durante un largo trayecto, Mina se percató de que el día ya empezaba a oscurecer, por lo que comenzó a preocuparse al aún no haber hallado a la gratitud. Adicional a ello, se dio cuenta de que una tempestad estaba a punto de comenzar, por lo que no tuvo más remedio que trepar un árbol, y quedarse un rato allí para estar protegida del frío y de la lluvia. Mina se sintió triste, sola y desesperanzada, pensando tan solo cuanto añoraba estar en casa, abrazar a su madre y hermanos, tomar una sopa calientita, y dormir abrigada bajo el calor de hogar.

En medio de sus cavilaciones, Mina comenzó a percibir la presencia de alguien muy cerca de ella. Así era, se trataba de una iguana, quien también había decidido posarse en esa rama para pasar la lluvia. La Iguana resultó ser una extraordinaria conversadora, pues en menos de nada se presentó como Olga, quien le compartió gran parte de su vida, que no era otra que la de ser una iguana aventurera y andariega, que no tenía un hogar fijo y que simplemente se dedicaba a vivir en el bosque abierta a las aventuras de cada día que siempre le dejaban alguna enseñanza y algún regalo.

Mina si bien admiró la vida de la valerosa Iguana, a la vez sintió en su corazón una enorme dicha y fortuna, porque contaba con seres amados que la esperaban en un cálido y amoroso hogar.

Una vez pasada la lluvia, y ya a altas horas de la noche, la ardilla se despidió de la señora Iguana, a quien invitó uno de estos días a que fuera a tomar un café a su casa, se dieron un fuerte abrazo y un hasta luego, y Mina emprendió feliz su regreso a casa, ya que sin planearlo ni buscarlo, conoció a una intrépida iguana llamada Olga, con quien podría iniciar una divertida amistad.

Al llegar a casa, su madre la recibió llena de felicidad. Mina le contó con emoción y detalle todas las aventuras vividas en ese día, el que pese a algunas dificultades y situaciones aburridas, terminó siendo fantástico, pero sólo que no había podido cumplir su misión, porque nunca encontró a la señora Gratitud.

Su madre le respondió: – Te equivocas hija, tu misión sí que la cumpliste a cabalidad; lo supe desde que te vi cuando llegaste con un semblante rebosante de alegría, y lo comprobé cuando me narraste todo lo vivido. Has llegado con la gratitud dentro de ti, la que te acompañó en cada una de las experiencias a las que les diste un gran valor, las aceptaste como eran, y las viviste con agrado desde el corazón.

Fue así como Mina a partir de ese día vivió con la gratitud dentro de sí, despertando cada día con una inmensa sonrisa, dispuesta a vivir en asombro  y alegría el gran regalo de ser Mina, una auténtica ardilla tan útil y necesaria, al igual que todos los seres que somos parte de este mundo.

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