Todavía me pregunto que es eso tan infinitamente mágico y misterioso que envuelve a la música, esas bellas melodías que crean una sinfonía para nuestros sentidos, y que luego se transforman en una llave maestra para penetrar en ese cielo interno que danza en el corazón.
Muchas veces suele costar trabajo el cómo empezar algo: un proyecto, una iniciativa, una acción o actividad nueva, Así que, mientras ocurre ese “click” en mí, esa llamita de inspiración, acudiré a la música para que me ayude a que eso suceda…
Mientras la música suena me voy haciendo la pregunta de cómo empezar a escribir sobre la música? Entonces me vienen recuerdos, anécdotas, escenas diversas sobre mi vida, así cómo hechos que han marcado al mundo.
Comenzaré entonces este post remembrando alguna que otra historia o anécdota cuyo sentido y color fue otorgado por la protagonista de este relato.
Resulta interesante saber como la música, en varias ocasiones ha surgido como pieza de inspiración y de comunicación en la historia de pueblos y civilizaciones, tal y como así sucedió con el Blues y el Jazz, para contar y revelar al mundo lo que el pueblo africano sintió y vivió durante la época de esclavitud en los Estados Unidos.
La música a través de dichos géneros musicales, fue entonces además de emisaria de un pueblo y cultura sometidos, un canal de expresión que desató creatividad y brillo constituyéndolos en un ingente legado cultural para la humanidad.
En lo que a mis historias personales se refiere aquí va Una anécdota: Hace unos años, en una mañana veraniega, me encontraba en una biblioteca para trabajar en la investigación de una tesis de maestría que estaba cursando. Recuerdo que había puesto en mi computador un fondo musical como acompañante en una de mis tantas jornadas matutinas investigativas. Estaba muy atenta leyendo un texto, cuando de repente de manera instantánea comenzó a producirse una especie de “magia musical”: mientras estaba sonando una canción de Norah Jones, se produjo una sensación especial en el ambiente que me permitió como volar, y transportarme a otros escenarios y recuerdos de mi vida; paralelamente se entretejió otro tono y energía en ese espacio y momento de estudio, tornándolo más agradable, cálido, inspirador, único, vivo.
Tras esa experiencia comprendí que, – como bien lo leí hace poco en el libro La Elegancia del erizo-, la música si que puede determinar el tono del día, así que, desde aquel instante me he hecho la pregunta de por qué no intentar poner en nuestra mente un fondo musical a cada experiencia que se esté viviendo? Pues definitivamente creo que de esta manera la percepción de cada vivencia sería completamente distinta.
Una experiencia actual de mi cotidianidad: Muchas veces cuando hago una de las cosas que tanto me gusta y disfruto, que es realizar una práctica en la mañana de ejercicio físico, la música además de acompañarme a ese encuentro matinal de energía y vitalidad, también hace que me conecte con una especie de estado vehemente: la pieza musical que está sonando, toca mi corazón, haciendo que éste vibre para que luego vibren las distintas partes de mi cuerpo al unísono con la melodía. De repente la música se fusiona con esa energía liberada por mi cuerpo y es cuando se produce un momento magistral: es la musa de la música que me aclara y me recuerda que no hay límites para hacer las cosas cuando estoy empoderada, que lo exhuberante y bello se encuentra en lo más simple de la vida, que gozo de un espíritu pujante cuando doy la cara y enfrento los fantasmales miedos, y que al igual que tú, soy un ser majestuosamente libre, y es ahí cuando de repente la felicidad me está tocando.
En este estado del relato te invito ahora a que abras el baúl de tus grandes recuerdos de vida, y te instales por un momento en uno de ellos (pausa para buscarlo).
A lo mejor ese recuerdo que vino a tu mente fue gracias a la remembranza de alguna pieza musical sonada en aquel momento y si no fue así, entonces vuélvelo a recordar, revívelo y ponle a esa escena que estás recordando el fondo de una canción que sea especial para ti, que te guste o que quizás consideres podría guardar una estrecha relación con esa experiencia….(pausa para el ejercicio).
A lo mejor ahora tu percepción de esa experiencia ha cambiado, y si no fue así, con seguridad recordaste por un momento algo importante de tu vida con la compañía de la diva de este relato: la música.
Siendo innegable que la música es una acompañante perfecta en nuestro viaje de la vida, si por lo regular la lleváramos consigo en nuestra mochila de cosas imprescindibles de este colosal viaje, comprenderíamos los humanos que la vida no es otra cosa que una bella melodía con diversas notas, que está compuesta de diferentes tonos, ritmos y tiempos, y que como las notas blancas y negras tan diferentes pero necesarias todas ellas para crear una pieza musical, también lo son todas las tonalidades, ritmos y tiempos tanto claros como oscuros de la vida, pero que componen la más bella y única obra maestra musical: la vida misma al ser vivida.
Amada y forjadora música… no tengo más que expresar gratitud porque simplemente me recuerda cada vez que elevo mi voz para encontrarme con ella, o cada vez que cierro mis ojos para sentirla y explorarla, de por qué vale la pena y tiene un real sentido estar aquí en esta existencia con ella…