El Ritual, una práctica que de antaño ha acompañado al ser humano para dotar de más significado y simbología acontecimientos importantes en su camino de vida: a grosso modo, desde fechas en el ámbito religioso como un bautizo o boda, hasta las universalmente celebradas como un cumpleaños, se han servido de la fuerza del rito para imprimirle un valor especial y destacado a este tipo de acontecimientos significativos.
Hoy deseo destacar la esencia del ritual porque he verificado a través de mi experiencia personal que puede ser usado como un valioso instrumento para otorgarle más sentido e intención a cualquier tipo de actividad que se haga, pues con el estímulo del ritual toda nuestra energía (cuerpo), nuestra atención (mente) y nuestra intención (espíritu) pueden integrarse en un mismo acto, tornándolo más consciente y disfrutable.
No tenemos que esperar a que llegue o suceda un evento o acontecimiento determinado por nuestra cultura como relevante, para hacer uso del poder del ritual, para llenar de esa magia particular un momento que queramos hacer más especial y sagrado. Así que podemos escoger cualquier momento de nuestra cotidianidad, ese momento con el que quizás conectamos y disfrutamos en el día a día, o incluso que nos cuesta disfrutar y por ello queremos hacerlo más agradable o llevadero (una comida del día, la ducha de la mañana, algún pasatiempo, salir a caminar, cocinar, alguna labor relacionada con el estudio o el trabajo, lo que sea!….).
En mi caso, por ejemplo, uno de esos momentos que he catalogado como “mágico o de conexión con mi esencia”, lo es el espacio del desayuno, en donde mis sentidos y mi alma participan haciendo ese momento más sublime y perfecto, y cómo lo hago?, aquí los pasos:
1. OBSERVACIÓN Y TACTO SON PUESTOS EN ESCENA: Tomo unos momentos para determinar que voy a preparar ese día, y en la medida que voy escogiendo los alimentos y utensilios, empiezo a tomar plena consciencia mediante la observación silenciosa del momento; luego a través de mis manos, comienzo a palpar, a sentir y a conectar con la energía propia de cada alimento, percibiendo su consistencia, su temperatura y su textura.
2. INTEGRACIÓN DE LOS SENTIDOS: Poco a poco oído y olfato comienzan a participar de este festín sagrado de la mañana a través del sonido nupcial y el olor fascinante que desprende la cafetera; y mientras mi bebida favorita por excelencia va haciéndose de manera parsiomoniosa, voy preparando los demás alimentos con dulce presencia en medio del sutil deleite que comienza a fraguarse en el ambiente.
3. LIMPIEZA Y BELLEZA: Sin duda, dos elementos imprescindibles en cualquier tipo de ritual. Así que, en compañía de mi amiga la música y a un ritmo cadencioso, me dispongo a limpiar la mesa, y a colocar delicada y armoniosamente bellos individuales, servilletas, cubiertos, platos y tazas especiales para la ocasión, haciendo que entre ritmo, belleza y limpieza, el espacio escogido quede listo para recibir la ambrosía matinal.
4. GRATITUD: Con los alimentos ya puestos y servidos, me siento frente a ellos, y por unos breves instantes conecto desde mi corazón con la energía de cada alimento, agradeciendo porque están servidos para mí y puedo tomarlos y comerlos en un ambiente de armonía, tranquilidad y disfrute consciente.
5. INTENCIÓN, CONEXIÓN, CONSAGRACIÓN: De igual manera, en ese mismo momento pongo toda la intención para que esos alimentos se multipliquen infinitamente a través de mi amor y mi trabajo, se multipliquen de la misma forma para todos los seres del mundo, y recibiéndolos en total presencia, nutran cada célula de mi cuerpo con su vital energía.
6. MEDITACIÓN EN EL COMER: El sentido del gusto se integra ahora con los demás invitados para dar cabida a este ritual mañanero. Simplemente en un acto de atención consciente comienzo a disfrutar y a deleitarme con cada alimento, observando, oliendo, sintiendo, probando y degustando, donde poco a poco cuerpo, mente y espíritu se van entrelazando en la cúspide de este sagrado momento.
7. GRATITUD: Finalmente, de nuevo doy espacio a la gratitud para cerrar mi ritual de desayuno, el cual me permite estar lista y preparada para continuar el día, con la intención y la disposición de vivirlo de la misma manera: con plena atención y consciencia.
Que cada instante, que cada acto, que cada palabra, que cada pensamiento, que cada deseo, que cada respiro, y que cada suspiro, podamos vivirlos con la fuerza, la inspiración y el poder que otorgan los rituales: con los cinco sentidos, con el alma, con el corazón, con total y auténtico sentido; haciendo así de cada momento de nuestra sagrada existencia un auténtico ritual…